Dos niños, dos lactancias diferentes.

Como ya comenté en el post anterior tengo dos peques. A los dos les di pecho desde que naciero. A Irene hasta que cumplió aproximadamente 18 meses cuando me quede embarazada de Víctor. Y a Víctor hasta los 2 y medio más o menos.

Cuando nació Irene estaba convencida de que la mejor opción para su crianza era darle el pecho. Me obsesione con ello, si os digo la verdad. Había asistido a las clases preparto, había leído el libro «Un regalo para toda la vida» de Carlos Gonzalez, que es una guía de lactancia maravillosa.

Y llegó el gran día, Irene nació de madrugada, nada más nacer se la llevarón un ratito, pero en cuanto me la devolvieron me la puse al pecho, enganchó bien, la verdad. Cuando me hacía un poco de daño, me la sacaba metiendo el dedo entre su boquita y mi pecho y me la vovía a poner. Pasamos buena noche, durmiendo a ratitos conmigo y a ratitos con el papa.

Al día siguiente, dormía mucho y no cogía del todo el pecho, asi que la matrona me comentó que era mejor que notara el calorcito, así que le quitaba el body y me la pegaba contra mi cuerpo, a pesar de comentarios ajenos que no quería oir.

Esa noche lloraba y lloraba y el niño de la habitación de al lado también, asi que las enfermeras sin solicitarlo, nos trajeron un biberon. Como estaba cansada y no paraba de llorar, le dimos un poquito de bibe. Lo que hicimos fue echarle gotitas sobre mi pecho y asi cogia de las dos formas. Con Víctor fui más preparada y me lleve una jeringilla, que tuve que utilizar, porque le bajaba el azúcar y también tuve que suplementar. Le metiamos el dedo en la boca y le echabamos la leche con la jeringilla.

Los dos una vez salieron del hospital no necesitaron suplementar más.

Irene iba cogiendo peso lenta pero segura. Sin embargo la primera semana de Víctor fue más dura. A pesar de que pedía mucho, y no le dejaba más de tres horas sin darle (ni de dia ni de noche) , no cogía peso. Cada día iba a la consulta de Eva (la pediatra) a pesarle para seguir la progresión. Al final a partir de los 8 días comenzó a coger peso y no paró.

Irene era de tomas largas, eternas, sobre todos de mitad de tarde para adelante. Se podía pegar 45 minutos en un pecho, dormir un ratin y de vuelta a la teta. Eso si por las noches no pedía tanto. De hecho durmió bastante bien desde el principio.

Por otro lado Víctor era todo lo contrario hacia tomas mucho más cortas. Y por las noches dormía peor y tomaba mucho más.

Cuando Irene iba a comenzar la guardería (a los cuatro meses y medio) empecé a hacer banco de leche. No conseguía sacarme mucha leche, unos 60ml por pecho, muy poco, así que la leche congelada me duró unos quince días y no pude sacarme más. Así que decidimos que durante estuviese en la guarde tomaría leche de formula y el resto del tiempo teta. Cuando empezó con la alimentación complementaria, como decidimos darle trozos (esto es otra historia), siguió con bibe en la guarde ya que predería eso a que le dirán pures. Al curso siguiente como era más mayor ya no necesito mas bibe.

Con Víctor todo lo contrario (como véis dos bebes dos lactancias diferentes). Con Víctor podía sacarme toda la leche que quisiera, tenía mucho. El truco fue cambiar la copa del sacaleches. Con Irene tenía una más pequeña (la estandar de Medela), y con Víctor compre unas más grande, y menuda diferencia. Sin embargo, Víctor solo quiso bibe durante el mes y medio que estubo con sus abuelos. Una vez en la guardería a los siete meses no quería bibe, asi que tomaba fruta. Así que él ni un bibe de formula.

Como he comentado al principio del post, Irene dejo de tomar teta una vez me quede embarazada de Víctor. Fue sencillo quitarsela, ya que por la noche no tomaba, y solo tomaba una vez al día al volver de la guarde.

Víctor tomó durante más tiempo, y la dejó el solo más o menos, deje de ofrecerle y no pidío nunca más.

Darles el pecho, además de los beneficios ya sabidos sobre su salud y la mía. Me aportaba paz, amor, apego. Pero no he de negar que también es barato y comodo, cuando tenían habre, sueño o les dolía algo, sacaba la teta y listo. Nunca he tenido ningún pudor, la verdad. Para mi era y sigue siendo lo más natural del mundo.

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